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Inversiones nutritivas ricas en cupón

La situación a la que se enfrenta el inversor de renta fija tradicional es similar a la del gourmet hambriento al que le ponen delante una menestra de verduras de hospital.

20 de mayo de 2019

Una de esas completamente insípidas, de textura plástica y colores pálidos, que es dominada por guisantes congelados durante la glaciación Huroniana. Rentabilidades de +0,07% (menos comisiones) por prestarle uno sus ahorros al Estado alemán los próximos 10 años y pagar en lugar de cobrar, un -0.55% anual por hacerlo a dos años, es deprimente. Y lo peor es que, si alguno osa asumir el riesgo de mezclarlo con arroz hervido pensando que va a crear con ello un sucedáneo de paella de verduras comestible, entonces logra un suculento -0.42% a 3 meses.

La solución no es susto o muerte, retorno negativo o iliquidez. Y tampoco tiene porque pasar por variantes simplistas como darse un atracón de acciones value y alegría que son dos días. Los inversores conservadores no deben aspirar a las rentabilidades deseadas dejando de ser veganos para alimentarse únicamente a base de torreznos. Ningún bono, ETF, fondo o producto mágico puede lograrlo individualmente. Abrir la mente, sacar el peso de precisión para ser muy fino en las cantidades y combinar tradición con modernidad, son las herramientas que tenemos. A ponerse el delantal financiero que toca cocinar.

De donde no hay, no suele ser fácil poder sacar algo, así que los primeros ingredientes necesarios para arreglar dicha menestra están en el pasillo de los productos con cupón. Los fondos que invierten en los tramos de deuda inmobiliaria estadounidense, de la más alta calidad crediticia y con garantías residenciales, van a ser el chorrito de aceite de oliva y la sal para empezar. Conviene adquirirlos en dólares para no malgastar rentabilidades del 3% en coberturas, que nos pueden servir de protector de estómago a nivel de cartera, si cualquiera del resto de ingredientes acaba siendo indigesto.

Los fondos de renta fija emergente en divisas fuertes (Hard Currency), y los de deuda emergente en divisa local, comparten envidiables cupones medios próximos al 7%, pero son como la pimienta y el picante. Los necesitamos para alegrar el plato en dosis moderadas, y ambas especias empiezan con una fonética similar, pero se parecen como un huevo a una castaña entre sí. Los activos típicos de renta fija emergente en divisa local se benefician de los crecimientos globales, de la debilidad o estabilidad del dólar y son bonos mayoritariamente de alta calidad crediticia (Investment Grade). Mezclándolos con dólar australiano o canadiense maridan fenomenal, reduciéndose en tres cuartas partes la volatilidad de los mismos. Los de Hard Currency hacen bueno el dicho popular de “virgencita, virgencita, que me quede como estoy”. Estabilidad en las políticas monetarias de la FED, y en las economías emergentes más desfavorecidas que confirman el universo High Yield, son las claves para que esta tipología de productos dejen buen sabor de boca. La combinación de ambos aporta sin lugar a duda un contraste muy atractivo para los paladares más ambiciosos.

El color, usado con la misma mesura que emplearíamos el pimentón, se lo van a proporcionar los duramente castigados fondos de deuda subordinada de bancos europeos estratégicos, vigilados por el propio BCE. No se olviden de mirar en la etiqueta del producto cuál es el nivel de sensibilidad si usted muestra intolerancia a las ampliaciones de los diferenciales de crédito (spread duration) y decántense por aquellos que estén compuestos principalmente por los dulces Tier 2 o Legacy Tier 1 y tengan bajo contenido en los agrios COCOs. Ayuda a que “se disuelva y se conserve mejor” este ingrediente en nuestra menestra de deuda.

Cambiando de tercio y buscando hacer un plato equilibrado, debemos recordar que la volatilidad suele ser el gran enemigo del bonista. Por desgracia es algo que tenemos cuasi garantizado ya sea por Brexit, por guerras comerciales o porque la industria disfruta empaquetando bonos en activos que prometen liquidez en segundos. Una de las excepciones que sacan partido de los mercados revueltos son los fondos de convertibles gestionados activamente, y especialmente hoy en día los “Made in Europe” y del sector cíclico. Esta temporada de invierno regalan en muchos casos la opción de participar de las subidas de los mercados bursátiles, sin dejar de ser un bonista de renta fija corporativa tradicional, si el panorama se tuerce. El cuarto trimestre de 2018 puso de rebajas, y en muchos casos a precios no vistos en años, algunos de estos bonos que le van a aportar una textura completamente diferencial a nuestro plato.

Siguiendo en la línea de activos que no hacen ascos a los vaivenes de los mercados, pero esta vez en renta fija y para los amantes de la nueva cocina, tenemos los fondos con duraciones negativas. Renunciar a priori a cierta rentabilidad para invertir en productos que den alegrías si suben los tipos de interés, o lo hacen las expectativas de los mismos en unos años (véase curvas forward), son ideas de inversión muy atractivas en la actualidad. Permiten digerir (vía swap-options) mejor los intervencionismos de los Bancos Centrales y jugar con “los tiempos de cocción “. En gastronomía financiera sería como ahumar nuestra menestra de bonos añadiendo un caldo de avellana sobre una cama de hielo seco. Tan impresionante como es mi agradecimiento a los señores Egaña y Mendiri por la lección magistral de creatividad y gastronomía local que me dieron recientemente en Navarra.

Y para los que gusten de sabores exóticos, pueden asociarse con las mayores aseguradoras del mundo, y participar de su negocio a través de los fondos de CAT Bonds. Recibir suculentas primas, a cambio de asumir niveles temporales de pérdidas propias de renta variable si se producen catástrofes naturales muy concretas, es muy atractivo por los retornos relativos ofrecidos y por ser un activo financiero que atiende a riesgo geológicos antagónicamente distintos a los propios de los mercados financieros. No obstante, como si se tratara de un curry desconocido de un consorcio autorregulado, exige que añadamos este ingrediente en la mitad de la dosis que nos gustaría en un primer momento. Esperemos a ver cómo se comporta, y en caso de producirse el infortunio climático, estemos financiera y mentalmente preparados para añadir el resto. Así cicatrizamos posibles heridas, beneficiándonos del momento donde se disparan las primas que se cobran por estos seguros, y logrando con ello que el plato sea apetecible para todo tipo de estación. Y para los muy cafeteros, recientemente leía sobre cómo el Banco Mundial está canalizando a países en vías de desarrollo parte de las donaciones ante casos de pandemias, víricas o por Ébola, a través de bonos con vencimientos 2020 con cupones, entre el 6% y el 11% si dichas enfermedades traspasan las fronteras del país de origen. Conceptualmente es interesante para tener el dinero disponible a tiempo cuando realmente se necesita y que se beneficien los donantes cuando no sea así. Habrá que estudiarlo en profundidad.

Dice la canción que no luchar por lo que quieres sólo tiene un nombre y se llama perder. Esa es la realidad a la que se enfrenta el inversor prudente si se planta con fondos monetarios o con ETFs de Renta FIja. En deuda inmobiliaria US, en renta fija emergente, en bonos subordinados europeos, en convertibles, con las swap-options, en Cat Bonds (y hasta vía Pandemic bonds) disponemos de ingredientes (ricos en rentabilidad potencial) para conseguir que los guisantes de la menestra vuelvan a ser más ilusionantes que la plataforma 9 ¾ de Kings Cross. No aspiren a ser Harry Potter, porque lo que es verdura va a seguir siéndolo, pero tan cierto como que no existe un producto que ofrezca un +2% sin riesgo, también lo es que la renta fija ofrece muchas opciones con potencial para superar el Euribor + 4%. Bien cocinadas y combinadas son equivalentes a ir Pamplona y comprobar que también se puede hacer magia con una menestra de verduras. Buen provecho.


Juan Ramón Caridad, CAIA, MFIA
Managing Director y Head Iberia & Latin America & Director del Master de Finanzas MFIA

En colaboración con El Economista: Ver artículo y video


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